Comentario
Cuando Eisenhower decidió que Berlín era un objetivo apropiado para las tropas soviéticas, Stalin no se lo podía creer y dio órdenes para que se agilizasen los preparativos de asalto contra la capital alemana. Al tiempo, enviaba a Eisenhower una nota en la que le decía que, efectivamente, Austria y Checoslovaquia eran temas prioritarios, mientras que Berlín constituía un objetivo de escaso interés al que dedicaría fuerzas secundarias.
Tales fuerzas secundarias eran los Grupos de Ejércitos I y II de Rusia Blanca, mariscales Zhukov y Rokossovsky, y el 1.er Grupo de Ejércitos de Ucrania, mariscal Koniev. En total disponían de unas 140 divisiones con cerca de dos millones de hombres, 41.000 piezas de artillería, más de 20.000 blindados (6.300 tanques pesados) y 8.400 aviones...
Mientras acumulaban los medios de combate de tal inmenso ejército, el general Gotthard Henrici, que había sustituido al frente del grupo de Ejércitos de Vístula al fracasado Himmler, debía devanarse la cabeza para establecer un plan de defensa sólido con 37 divisiones.
Los jerifaltes nazis aún pronunciaban grandilocuentes discursos y hacían promesas hueras. Göring, Himmler, Dönitz, prometían enviar todo el personal de aviación, de las SS, las SA, la Gestapo, los marinos... todavía alguien creía que con ese personal no adiestrado en la lucha de infantería se podían hacer milagros... se barajaban cifras fastuosas, quizás medio millón de hombres...
Sin embargo, todo lo que le llegó a Henrici fueron 30.000 hombres y un miserable arsenal de 1.000 fusiles. También se le incorporaron dos divisiones de la Volkssturm, milicias populares compuestas por hombres mayores de 50 años, sin adiestramientos y con un armamento heterogéneo; también le llegaron muchachos de las Juventudes Hitlerianas...
Henrici, un veterano y realista combatiente del Este, no podía creerse tanta locura. Rechazó todos los refuerzos que no disponían de armas y envió a los restantes a campos de adiestramiento. La medida le granjeó las primeras desconfianzas de Hitler.